Abonar el huerto
Para obtener una buena cosecha, es importante realizar un abonado correcto de las hortalizas del huerto. Sin embargo, a veces resulta complicado saber qué abonos utilizar y qué cantidades aplicar a cada planta.
Hay muchos factores que influyen en la nutrición de las plantas y resulta imposible realizar una tabla de cantidades de abono a aplicar. Cada huerto es único y debemos experimentar para ir ajustando las cantidades de abono adecuadas, aunque podemos seguir algunas pautas para empezar:
Diferenciar las hortalizas en función de sus exigencias en nutrientes. Podemos dividir las distintas hortalizas entre hortalizas exigentes, hortalizas semi-exigentes, hortalizas poco exigentes y hortalizas enriquecedoras del suelo.
- Hortalizas exigentes o esquilmantes. Las hortalizas exigentes necesitan gran cantidad de nutrientes para su desarrollo. Por lo tanto, precisan un buen abonado del suelo antes de su cultivo y varios abonados durante su crecimiento. Una vez finaliza su ciclo productivo, el suelo queda pobre y con escasos nutrientes, por lo que será conveniente abonarlo bien y rotar el cultivo con hortalizas menos exigentes cada varios años. Las hortalizas más exigentes en nutrientes son: todas las coles (berza, brócoli, coles de Bruselas, repollo, coliflor, lombarda), berenjenas, tomates, puerro, apio, remolacha, calabaza, maíz, melón, sandía, alcachofa, girasol, patata y batata.
- Hortalizas semi-exigentes. Las hortalizas semi-exigentes realizan un consumo medio de nutrientes por lo que precisan un buen abonado del suelo antes de la plantación pero pueden no necesitar más abonados para su adecuado desarrollo. Como no esquilman demasiado el suelo, pueden mantenerse varios años en el mismo suelo. Las hortalizas semi-exigentes son: acelga, lechuga, zanahoria, espinaca, cebolla, nabo, fresa, pepino, pimiento, perejil y menta.
- Hortalizas poco exigentes. Las hortalizas poco exigentes necesitan pocos nutrientes para su desarrollo pudiendo crecer en suelos donde antes se hayan cultivado plantas exigentes o semi-exigentes. Al final de su ciclo productivo, el suelo sigue manteniendo nutrientes. Las hortalizas poco exigentes son: canónigo, ajo, rabanito, hinojo, calabacín, y manzanilla.
- Hortalizas enriquecedoras del suelo: Las leguminosas son plantas enriquecedoras ya que aportan nitrógeno al suelo, por lo que, todas las hortalizas que pertenecen al género de las leguminosas no son especialmente exigentes en nutrientes y además, nos ayudan a reponer nutrientes del suelo, principalmente nitrógeno.Por ello, es conveniente cultivar leguminosas varios años consecutivos en suelos donde previamente se hayan cultivado hortalizas exigentes o semi-exigentes. Las hortalizas enriquecedoras del suelo son: guisantes, habas, judías, lentejas.
Analizar el tipo de suelo donde van a crecer las hortalizas. Algunas características del suelo pueden influir en el abonado que realicemos y en la capacidad de las plantas para absorber determinados nutrientes. Un sencillo análisis del suelo nos dará información útil para abonar el huerto.
- Suelo arenoso. En el suelo arenoso los nutrientes son arrastrados por el agua de lluvia o riego con más facilidad que en otro tipo de suelos. Por lo tanto, los suelos arenosos necesitan más abonados que otros suelos. Sin embargo, un suelo arenoso no admite grandes cantidades de abono de golpe siendo necesario aplicar abonados frecuentes en pequeñas cantidades.
- Suelo arcilloso. El suelo arcilloso es un suelo rico en nutrientes pero a veces, su nivel de compactación hace que los nutrientes no resulten accesibles para las plantas. La aplicación de abonos orgánicos con mucha materia orgánica como el compost, ayuda a aligerar el suelo facilitando la absorción de nutrientes a las hortalizas. Los suelos arcillosos admiten grandes cantidades de abono en una única aplicación por lo que podemos realizar tan sólo uno o dos abonados abundantes al año.
- Suelos con pH alcalino. Los suelos alcalinos y calcáreos dificultan la absorción de algunos nutrientes esenciales para las plantas, como hierro, manganeso, zinc y cobre. Y por otra parte, las plantas sufrirán abundancia y saturación de calcio, magnesio, potasio, fósforo y molibdeno. Para que las hortalizas se desarrollen bien, realizaremos abonados ricos en los oligoelementos que escasean utilizando fertilizantes orgánicos. Además, podemos reducir los excesos de alcalinidad abonando el suelo con compost, incorporando turba no neutralizada (naturalmente ácida) en los primeros 20-30 cm del suelo, colocando acolchados ácidos en el suelo o regando con agua de lluvia.
- Suelos de pH ácido. Los suelos ácidos generan problemas de absorción de algunos nutrientes como calcio, magnesio, potasio, fósforo, molibdeno y boro. Y por otra parte, las hortalizas encontrarán demasiada saturación de micro-elementos como hierro, manganeso, zinc y cobre. Podemos controlar los excesos de acidez aportando al suelo abonos orgánicos que complementen las carencias del suelo y suban el pH: huesos molidos, estiércol de aves (gallinas, palomas, “Guano”), polvo o harina de piedras, carbonatos cálcicos, algas cálcicas.. Más información en fertilizantes orgánicos.
Observar el desarrollo de las hortalizas. La experiencia y la observación son básicas para aprender a controlar mejor las cantidades de abono que necesita cada hortaliza, así como para saber cuando abonarlas o si en determinados momentos, como la época de producción de frutos, necesita algún tipo de nutriente extra.